Sucedió lo de siempre. La izquierda electoral no pudo realizar sus comicios internos sin incurrir en lo de siempre: ineficiencia, trampas, disimulo, agandalle. Fue el corolario de una historia que comenzó hace cosa de dos años, cuando el Presidente, con señales nada subliminales, le hizo saber al mundo que Claudia Sheinbaum era su favorita para la sucesión de 2024.